lunes, 21 de noviembre de 2011

CAPITULO 5:

[ÉL]
Aún me río cuando pienso en la cara que se le quedó cuando dije que su cara me sonaba, la pobre no podía creer lo que le estaba pasando, sabía que no lo había hecho con mala intención y que no era de las típicas graciosillas que les gustaba vacilar para hacerse las graciosas, por eso no le guardaría ningún tipo de rencor, al contrario, me estaba cayendo demasiado bien…y sí, aunque no deba decirlo, era, por el momento, mi alumna favorita, y mucho tenían que cambiar las cosas para que dejara de serlo.

Cuando terminé de preguntar a todos por su elección, me di cuenta que la mayoría intentaba hacerse el/la interesante para causarme buena impresión, cosa que no consiguieron, más bien lo contrario. Los únicos que vi algo de verdad en sus palabras fueron en ella, Lucía, y en su amigo, el que se sienta a su lado, que a pesar de ser totalmente sincero, me hizo gracia, aunque no se porqué creo que no le irá muy bien en esta asignatura, aunque intentaré ayudarle todo lo necesario.

Tras la ronda de preguntas, les entregué a todos y cada uno, una ficha dónde aparecían las letras del abecedario griego, empecé a escuchar una cantidad de soplidos, que por un momento pensé que era el cumpleaños de alguien, pobrecillos, a pesar de todo les entiendo, yo también empecé así, resoplando por todo, pero poco a poco me di cuenta que eso que muchos incultos llamaban lengua muerta, podía traerme un gran conocimiento sobre lo que hoy hablamos.
Esta vez empecé explicando primero el nombre de todas, y después como debían hacer las letras, era lo mismo de todos los años, pero me gustaba, no me aburría, aunque no era algo que me encantara, pero todos los años tenían algo diferente, mis alumnos, siempre que pasaba un año y me tenía que cambiar de instituto al año siguiente les echaba mucho de menos, pero siempre había alguno que me hiciera olvidar un poquito a mis antiguos alumnos.

[ELLA]

Tras esta última metedura de pata, siguió preguntando al resto de compañeros, y entregándonos unas fichas dónde aparecían un montón de garabatos, llamados letras griegas, algunas eran bonitas, y conocidas, como el alfa, beta, gamma, delta, pi, omega…pero ya, no había ni una más que yo conociera, nos empezó diciendo el nombre de todas y nos los fue escribiendo en la pizarra, luego nos enseñó como hacerlas, y los últimos minutos nos los dejó para acabarlas nosotros, a mi no me salían nada bien, yo no era muy hábil con las manos, y menos con algo nuevo…por lo que no me quedó más remedio que buscar en el libro, ya que preguntarle a él…no me atrevía.

Tras verme buscar en el libro algo que no encontraba, me preguntó si necesitaba ayuda, no me quedó más remedio que decirle que sí, allí no había nada que me diera una pista de cómo hacerlas. Vino hacia mi mesa y se puso a mi lado, empezó a explicarme como debía hacerlas, y me hizo flechas para que supiera desde dónde tenía que sacar el trazo para conseguir hacerlas medianamente bien.
Empezaba a caerme bien, no me había fijado antes, pero no se si era por ser profesor, o por qué, pero me resultaba atractivo, bastante, al verlo tan cerca me fijé en sus ojos, eran de un azul mar bastante bonitos y al fijarme en ellos vi en él algo que no había visto en ningún profesor antes hacia mi, pero no sabría decir muy bien el qué.

[ÉL]

Cuando acabé de explicarles el nombre de las letras les dije que empezaran a hacerlas, vi como algunos borraban y borraban, otros intentaban hacerlas como podían, bastante mal, y de pronto me fijé en ella, y sonreí, vi como buscaba y buscaba en el libro algo que no encontraba, y me imaginé que sería algo de cómo hacer bien las letras, al verla me pregunté por qué no me había pedido ayuda, pero en el momento me di cuenta, me había cogido miedo, y quería quitárselo.
Me acerqué hasta su mesa y le pregunté si necesitaba ayuda, al oír mi voz levantó despacio la cabeza y me miró con miedo diciendo que sí, me quedé mirándola un rato, era guapa, realmente guapa, sus ojos transmitían ternura, y alegría, y su cara era, para mi, perfecta. No podía creer lo que estaba pensando, era mi alumna, nunca me había pasado nada igual, supuse que sería por la buena impresión que me había causado en un primer momento. Dejé mis pensamientos absurdos a parte y le enseñé como debía empezar a hacerlas para conseguir una buena letra.

En el tiempo que pasé a su lado, conseguí una sonrisa suya de agradeciemiento, algo que me alegró bastante, estaba empezando a quitarle el miedo que había creado hacia mi. Ensimismado en mis pensamientos, sonó la alarma que informaba que había llegado la hora de despedirme y decir hasta mañana, satisfecho, a mis nuevos alumnos de griego.

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