domingo, 30 de septiembre de 2012

La vida tiene que seguir

Bueno, hace mucho que he dejado esto apartado, realmente no me he visto con fuerzas ni ganas de seguir esa historia que empecé hace un tiempo, y esta nueva entrada  no la va a continuar, no por ahora, simplemente me apetece que lo que escribo cuando estoy mal, lo que no le digo a nadie, podáis leerlo y saber como me siento, realmente quiero que podáis leerlo, y que por un momento os pongáis en mi lugar, así sabréis por que hay días que tengo un animo bastante bajo.


Empezaré por el último que acabo de escribir, aunque según los vaya subiendo os daréis cuenta que poco cambian las cosas de uno a otro, el sentimiento sigue siendo el mismo y se llama AMOR.


“Va a ser tarde cuando llegues” nunca una frase dijo tanto en un contexto tan diferente, la pena es que me da igual lo tarde que llegues yo quiero verte y se que te voy a esperar o no…
Te digo que da igual, que no te preocupes, pero no, no da igual, yo lo se, pero tampoco quiero hacerte sentir mal, supongo que todo se ha acabado, que todo se ha ido con Septiembre menos mis ganas de estar contigo, mi maldita ilusión se desvanece poco a poco con el tiempo, no me creo que tengas ganas de verme, o no de la forma que te quiero ver yo, no me vale con besarte y lo que le sigue al beso, quiero decirte que te quiero, que te quedes conmigo para siempre y saber que para nosotros no habrá un final, pero supongo que eso no es así, que las cosas igual que llegan se van y lo nuestro ya se ha ido por mucho que yo me esfuerce en alargarlo, es inútil  tu no sientes lo mismo, es mas, tu no sientes nada por mi mas que un cariño que te ata al pasado, pero solo el pasado, el presente y el futuro no lo ves conmigo, y parece que me he dado cuenta tarde, cuando he hurgado en las heridas todos los días desde el 28 de noviembre de 2011, pero no pasa nada, soy fuerte y puedo superar esto y lo que se me ponga por delante, algún día, conoceré a alguien y sabré por que lo nuestro no funcionó, no salio adelante, aunque hoy no me puedo imaginar mi vida al lado de otra persona que no seas tu.
Tengo que espabilar y darme cuenta de que has cambiado, de que no eres el mismo que yo conocí, y que me da mucha pena, pero aun así no puedo negarlo y mucho menos obviar mis sentimientos, se que te quiero, espero realmente que cuando te des cuenta, no sea demasiado tarde. 

Aunque para mi, ya es tarde.

lunes, 23 de enero de 2012

CAPÍTULO 13:

[ÉL]

Cuando llegó Soraya, lo primero que pensé, fue ¡Que buena está! Era algo que saltaba a la vista, lo único que no me gustaba era esa pequeña verruga que tenía encima de la ceja, que intentaba disimular con el flequillo. Nunca me han gustado aquellas personas que se averguenzan de algo de su físico y hacen lo que sea para ocultarlo, y no se dan cuenta, que cuanto más ocultes un defecto y más importancia le des, más se nota.

La invité a pasar, empezó a ojear lo que tenía encima de la mesa, era el libro de los alumnos y lo abrió.

-¿Qué tal son los alumnos de primero de bachillerato de este año?-me preguntó.

Cuando acabó de hacer esa pregunta, me vino la imagen de Lucía a la mente y sonreí.

-¡Oh! Parecen muy buenos chicos, pero ya sabes es el primer día y todos están tranquilos.

-Hay varios repetidores ¿No?.

-De primero de bachillerato en mi clase no, he estado mirando antes las fichas de los alumnos y no hay ninguno, pero si hay varios que no están en el curso que deberían.

-Ya…a eso me refería, no entiendo los que repiten en la ESO una o varias veces y se meten a bachillerato, por mi propia experiencia tengo claro que no consiguen sacar el curso. Tienen que asumir que si no pueden en la ESO menos van a poder en bachillerato, pero realmente más culpa tienen los padres que ellos mismos.

Al decir eso, sentí una fuerte punzada en el pecho, no sabía porque pero no me gustaba nada el pensamiento tan atrasado que tenía aquella profesora que iba de divina con esos pensamientos tan retrógradas.

-No estoy de acuerdo, pienso que a muchos pueda pasarle eso, pero no conoces la vida de cada alumno y lo que le ha hecho repetir, quizá haya problemas personales, o enfermedades que les ha privado de ir curso a curso, o quizá solo hayan tirado el tiempo y se den cuenta ahora de lo que quieren. Pero no eres quien ni tú ni nadie de juzgar a un alumno sin conocerlo solo por la edad que puedan tener.

Me di cuenta que lo estaba diciendo con tono borde, demasiado, pero esos pensamientos podían conmigo, ahora solo deseaba que esa profesora me dijera lo que quería realmente y se marchara de mi casa, sentía vergüenza ajena de que hoy en día, aún hubiera profesoras como ella.

-Bueno cada uno tiene su opinión, no por eso vamos a discutir ¿Verdad?-dijo con una sonrisa en los labios, un tanto falsa.

-No discutir, pero si hablarlo, yo si no estoy de acuerdo, no me voy a quedar de brazos cruzados, refutaré tu opinión y si hace falta te haré ver que no es así como tú dices. Pero bueno, dime a que has venido.

-Quizá no hemos empezado con buen pie, pero te haré ver que tengo razón.

Seguía con la misma idea, mira que era cazurra.

-Lo dudo, pero puedes intentarlo. Y ahora dime, ¿Qué querías decirme?.

-Mira, tenemos mañana una reunión de departamento como ya te dije por teléfono y me gustaría saber tu forma de dar clase, para así poder compaginar las dos asignaturas.

-Bueno, me parece bien, pero mi forma de dar clase es la norma, intento amenizarlas contándoles pasajes para que se les queden muchas cosas, y trabajo mucho en clase, es decir, leemos en voz alta, explico, y mando ejercicios para que los hagan en casa y recogerlos al día siguiente, lo normal.

-Ya…pero ¿A qué te refieres con “contarles pasajes”? Creo que son mayorcitos ya como para estar contándoles cosas para que se les quede.

De verdad, me estaba sacando de mis casillas.

-Bueno esa es mi forma de dar clase, no la voy a cambiar porque tu pienses que son “mayorcitos” a mi me ha ido siempre bien así, y no tengo en mente el cambiar mi didáctica.

-Esta bien, está bien, creo que no nos vamos a poner de acuerdo, mejor me voy y ya mañana hablamos todo en la reunión.

Era lo más acertado que había dicho en toda la hora que llevaba aquí sentada.

-Sí, yo opino lo mismo, mañana lo hablamos.

Dicho esto, se levantó cogió su bolso, me dijo adiós acompañado con un beso en la mejilla y se marchó.

Me quedé sentado en la silla, la verdad me había impresionado pero para mal, esa voz dulce y simpática por el teléfono, no se correspondía a la realidad, ni un poquito. Miré el reloj, eran las doce y Morfeo llamaba a mi puerta, creo que debería hacerle caso, había sido un día cargado de emociones y de distintos sentimientos bastante confusos, me vendría bien dormir y desconectar.

CAPITULO 12

[ELLA]


-¡NO!-Grité


Me desperté sobresaltada y gritando, había tenido un sueño horrible, miré el reloj, solo eran las dos de la mañana, me levanté despacio, me di cuenta que tenía puesto el pijama, seguramente me lo pondría mi madre al llegar, salí de la habitación y me fui al balcón, necesitaba aire. Fui despacio para no despertar a mis padres, tenia el móvil de la mano, supongo que al despertarme lo cogí, me sentía desorientada. Abrí el balcón y me senté en la silla que teníamos fuera. Me dediqué a mirar las estrellas y a pensar en él, en Alex, todos los días nos preguntábamos si algún día podríamos contar las estrellas ,él me decía,que no podía contarlas, que él tenía la estrella más bonita de todo el firmamento y con su belleza eclipsaba a las demás. Al pensar en eso lloré, lloré como si mi vida dependiera de ello, le echaba de menos, mucho, pero se había dedicado a desgastar la relación con cosas absurdas, con cosas sin sentido y mi ilusión se había ido evaporando con el tiempo. Deseé rozar su piel en ese momento, abrazarle, sentirle mio, pero no podía ser, yo ya había decidido, y seguramente sus abrazos no volverían a ser para mi, no me pertenecían al igual que él. Me pregunté como estaría ahora, si estaba dormido, o si había salido, tenía tantas ganas de él que mis lágrimas no cesaban ni un instante.


Escuché el motor de una moto, eso hizo que apartara mis pensamientos por un instante, era raro una moto por aquí a estar horas, era un barrio tranquilo y peatonal, me quedé mirando en silencio, era un chico, más bien señor, alto, fuerte y con barba, vi que sacaba algo de su mochila que no pude ver bien, se acercó a una pared, y empezó a escribir, había sacado un spray, intenté hacer el menos ruido posible, no sabía de que se podía tratar, bajo la luz tenue de la farola pude empezar a ver las primeras palabras; “SI QUIERES VOLVER…” no conseguía ver más por ahora, esperé sin hacer ningún ruido, no quería molestar, a lo mejor era un romántico de los que ya no quedan dejando una nota en la pared para que su chica lo viera nada más salir de casa. Por un momento barajé la idea de que esa chica pudiera ser yo, y que ese mensaje fuera para mi, pero deseché la idea, no tenía a nadie que pudiera hacer eso por mi, seguí leyendo, ya podía ver más del mensaje;


          “SI QUIERES VOLVER A VER A PABLO, LLAMA AL NÚMERO QUE TE HE DEJADO EN TU BUZÓN”.


No me lo podía creer, vi como ese hombre se acercaba a mi portal, abría la puerta entraba y al segundo salía, eso solo podía ser para mi, quería gritarle, decirle que parara que me lo explicara, pero el miedo dejo muda mi garganta y paralizado mi cuerpo, deseaba que fuera una pesadilla, eran demasiadas cosas en menos de 24h, solo podía ser una broma, Pablo, mi Pablo ¿Qué podría haber hecho?. Bajé rápidamente al buzón, y efectivamente vi ese sobre que llevaba mi nombre. Subí rápido las escaleras, el miedo volvió a apoderarse de mí, me había hecho más pequeña, mas indefensa, deseaba que mi madre estuviera arriba esperándome con los brazos abiertos para darme su calor y calmar mis nervios, pero ni ella estaba allí cuando subí, ni yo tenía 3 años.

lunes, 16 de enero de 2012

CAPITULO 11


[ELLA]

Merecía explicaciones, lo sabía pero no sabía como dárselas, realmente no me sentía tan culpable, al fin y al cabo para mi fue solo un juego sin importancia, pero para él…para él fue algo más, algo que decía de verdad, algo que ahora mismo me estaba demostrando, él me quería, y yo lo sabía, ¿Pero que podía hacer? Yo quería seguir siendo su amiga, pero él estaba claro que quería algo más. Seguí pensando mientras caminábamos, y me pregunté cómo había sabido que yo estaba mal, cómo sabía dónde estaba para que él apareciera, o dónde iba a ir él para que siguiera ese camino, justo en el momento que se lo iba a preguntar su teléfono sonó, dejamos de abrazarnos por primera vez en todo el trayecto y me sentí vacía, mareada, necesitaba sus brazos, me daban protección, descolgó el teléfono y se alejó de mi, ¿Qué me quería ocultar?

-…No, ahora no puedo hablar, no insistas, de verdad que no puedo, estoy ocupado-le oí decir, al otro lado pude distinguir una voz aguda, parecía de hombre mayor y enseguida pensé en su padre, pero no, su padre no era, hubiese reconocído la voz, y no se hubiese alejado, ¿Qué estaba pasando? Según seguía la conversación su cara iba cambiando, al principio mostraba un semblante serio, de frustración, su voz era serena, firme, pero en el momento que le dijo que no podía en ese momento, su cara fue cambiando, la preocupación bañaba su rostro, y su voz se fue tornando a una más tranquila, mas sosegada, parecía que tenía miedo a hablar, seguí escuchando pero apenas pude oír nada más que el adiós que dijo Pablo.

-¿Quién era?-le pregunté mientras se acercaba.

-Nada mi padre, que dónde estaba-mintió, lo sabía por dos motivos, uno, su padre no tenía esa voz, y dos, en el momento que Pablo sube una ceja esta mintiendo, desde pequeño hacía eso, no lo puede evitar, es un tick nervioso. No entiendo porque me ha mentido, sabe que se lo de su tick, y sabe que pasara lo que pasara no le juzgaría nunca.

-¿Estás mejor?-preguntó para cambiar de tema.

-Sí, algo mejor estoy, ¿Te vas ya?

-Si me tengo que ir, mi padre se ha puesto muy pesado y…

-Si, entiendo, pues vete, no te preocupes por mi, estoy mejor-Ahora era yo la que mentía, los recuerdos de Alex  inundaban con más fuerza mis pensamientos, y sentía que sin él no podía vivir, que era una parte de mi, y que ya no sería la misma sin esa parte que me completaba, estaba segura, que no iba a saber seguir adelante, lo sabía.

-Bueno pues si estas mejor, me quedo más tranquilo, ¿Mañana vas a clase no?

-Claro, ¿Por qué no iba a ir?-pregunté extrañada.

-A lo mejor no tenías ganas por lo de Alex.

-No tranquilo, será bueno que vaya a clase, no quiero empezar mal el curso.

-Tienes razón, además, quiero ver la cara del profesor cuando nos vea, si yo fuera él, me moriría de la vergüenza.

Es verdad, Alonso, se me había olvidado…

-No creo que a él le importe mucho, de todas formas todo el mundo discute y rompe con sus parejas, él es un profesor, no un extraterrestre.

-Hombre…pues cara tiene.

-¿Qué dices? A mi me parece un chico bastante guapo.

-Vete a la cama Lucía estás desvariando, es un tío normal y corriente.

-Si tu lo dices-le repliqué con un tono de enfado, me había molestado lo que había dicho, sentía la necesidad de defenderle y no sabía porque.

-Bueno pues mañana nos vemos-me dio un abrazo, un beso y se marchó.

-Adiós-le dije.

Llegué a casa, no había nadie, entré a la soledad de esas cuatro paredes, y me tumbé en la cama, ni si quiera me dio tiempo a pensar, el agotamiento había podido conmigo y mis párpados no aguantaron más por hoy, me quedé dormida.

[ÉL]

Nada más llegar a casa me duché, intente evadirme, relajarme con el agua cayendo sobre mis hombros, dejándome abrazar por el calor de la ducha, pero el teléfono hizo que me alejara de la tranquilidad. ¿Quién sería a estas horas? Fuera quien fuera, iba a tener que esperar, este era mi momento, quería disfrutas de la paz que me trasmitía la ducha, quería sentirme único, sin necesidad de pensar en nadie, sin necesidad de pensar en ELLA.
Justo en ese momento, pensé que podría ser ella quien llamaba a estas horas, total, mi teléfono no lo tenía y si fuera ella…si fuera ella debería levantarme de la cama porque seguramente todo fuera un sueño. A pesar de descartar esa posibilidad, no dejé de darle vueltas, la duda me embargaba, y si era ella, que le diría, que pensaría de mi, sería una auténtica locura, pero aunque eso fuera, la haría sin pensarlo.

Salí de la ducha, me puse una toalla alrededor de mi cuerpo, me sequé las manos y miré el móvil, mi ilusión se desvaneció, no era ella, era un número que mi agenda desconocía, llamé sin pensármelo, seguramente si hubiese sido un día normal, habría ignorado la llamada, o esperado a que volvieran a llamar, pero ese día necesitaba algo que me trastocara los pensamientos.
Esperé uno, dos, tres y al cuarto tono una voz femenina me esperaba al otro lado del teléfono.

-¿Si?-Contestó, era la voz más dulce que había escuchado nunca.

-Hola, ¿Quién eres?, es que tenía una llamada tuya en mi teléfono.

-oh! ¿Alonso?

-Si, soy yo, ¿Y tú?-me sentía un poco estúpido con esta llamada.

Soraya, la profesora de latín del instituto, tu eres el nuevo de griego ¿Verdad?.

-Sí el mismo, encantado-respondí.

-Igualmente, mira te llamaba para informarte que mañana tenemos una reunión de 
departamento y me gustaría antes poder hablar contigo sobre la idea que tienes tu de impartir clase a los alumnos, me gustaría enfocar las dos asignaturas desde el mismo punto de vista para que los alumnos no tuvieran demasiados problemas, ¿Qué te parece si me paso por tu casa ahora y lo miramos?

-¿Ahora?- me pilló un poco desconcertado ¿no podía esperar a mañana?, la verdad que no tenía ninguna gana, pero quizá me vendría bien hablar con alguien de temas totalmente distintos y despejarme.

-Mira si te pillo en mal momento solo tienes que decírmelo y lo hacemos ya mañana, no te preocupes.

-¿Eh? No, no, para nada, perfecto te espero aquí.

-¡Genial! Vives en la calle Pizarro 8ºF ¿No?.

¿Por qué sabía mi dirección? El teléfono lo entiendo, pero ya la dirección, me resultaba raro.

-…Sí, aquí vivo-dije con voz dubitativa

-Imagino que te estarás preguntando porque se donde vives,  ¿No?

-Sí la verdad que me ha dejado un poco en desconcierto…

-Es normal-escuché el sonido de una risa leve acompañada de palabras-se lo pregunté al director, y el me dijo que vivías en esa calle, quizá debí haberle pedido solo el teléfono y habértelo preguntado a ti directamente, pero ya que estaba se lo pregunté todo junto.

-¡Ah!, vale no hay problema entonces-sonreí yo también-Pues aquí te espero.

-Perfecto,ahora nos vemos.
Colgó el teléfono, parecía simpática, por lo menos iba a tener una compañera con la que hablar, y espero que lograra distraerme, se me estaba yendo todo de las manos. Me puse a recoger el baño, me vestí, recogí el salón puse una lavadora, y esperé en el sofá esperando a que Soraya llegara. Me la imaginaba alta, morena, regordeta y con las mejillas sonrosadas, su voz me había dado esa descripción de ella, me resultaba agradable que las personas fueran tan abiertas a pesar de no haber cruzado nunca una palabra, bueno, abiertas pero no descaradas, aunque prefería la timidez, como la que acompañaba a Lucía por ejemplo. Ya estaba pensando en ella otra vez, supongo que es por el mal día que estoy pasando, y que esto en dos días se me habrá olvidado, pero no entendía porqué no dejaba de pensar en ella, era una locura, tenia 16 años, le sacaba 12, y además era mi alumna, y la conocía de un día, que locura. Al pensar en su edad, me di cuenta que para tener 16 años aparentaba más, no muchos más, pero sí para ser mayor de edad, cómo no tenía otra cosa mejor que hacer y en la televisión solo estaban dando programas basura, cogí el libro de alumnos, y la busqué.

Aquí estaba: Lucía Álvarez Gutierrez, fecha de nacimiento 9-5-1992, ya me parecía a mi, esta chica era mayor, había repetido dos cursos, seguramente por vaga, como les suele pasar a la mayoría, pero ya me iría dando cuenta de eso según avanzaba el curso, miré que primero de bachillerato no lo repetía, lo que acrecentó la idea de que había perdido dos cursos por vaga. En ese momento sonó el timbre, debía ser Soraya, cerré el cuaderno, lo dejé encima de la mesa y me dirigí a la puerta.

-¿Si?- respondí

-Alonso, soy yo, Soraya.

-¡Sube!

Sonó el ascensor, estaba subiendo, en ese momento se abrió la puerta y apareció, ¡uahu! 

¡Qué chica! Su voz había distorsionado mi imaginación, era alta, solo había acertado en eso, el resto, era rubia, ojos claros, y un cuerpo de escándalo, parece ser que si había conseguido mi distracción.
Se acercó a mi con una sonrisa, me dio dos besos y entró en casa. 

viernes, 13 de enero de 2012

CAPÍTULO 10

[PABLO]

Estar así junto a ella, era algo que había deseado siempre, eramos amigos desde hace muchos años, pero yo siempre la he visto como algo más. Han pasado por mis sábanas estos últimos años varias chicas, pero ninguna es como ella, yo la quiero a ella, por eso no puedo centrarme en ninguna otra, solo la quiero a ella…solo la quiero a ella, pero ella…ella no me quiere a mi de la forma que yo quiero. Cada mañana que me levanto me tiro media hora frente al armario pensando en que ponerme, y solo es para ella, cada mañana que me suena el despertador, me levanto con una sonrisa y es por ella, tengo arrugas en la cara por su culpa, porque solo con pensar en ella mi boca se ensancha formando una sonrisa. 
Ojalá supiera lo que siento por ella, ojalá supiera que mi vida no tiene sentido si ella no está, ojalá supiera que por ella lo doy todo, que no tengo necesidad de estar con 200 chicas, si ninguna es como ella. Mis amigos siempre me están diciendo que que suerte tengo con las tías, que ojalá ellos tuvieran la misma suerte, pero realmente, yo no tengo suerte, por que mi suerte sería estar con ella, y ella, no está conmigo.

[ANA]

¡No me lo puedo creer!, ¿Quién se ha creído que es para tratarme así?, Esto no va a quedar así, lo tengo claro, se va a arrepentir de todo lo que me ha hecho. Que vergüenza, que mal, y aun sigue la gente mirándome como si hubiera cometido un crimen.

-¿¡SE PUEDE SABER QUÉ ESTÁIS MIRANDO!?-les grité.

La gente empezó a murmurar y a mirarme aun peor de cómo lo estaban haciendo antes,pero conseguí que se fueran por dónde habían venido.

No se porque me ha hecho eso, le he pedido perdón, seguro que tiene a otra, y que mi e-mail no le había hecho daño, no buscaba su dolor, solo su pena, pero ahora si, ahora solo quiero que sufra, y si no sufre solo yo le ayudaré a sufrir. Quiero verle venir arrastrándose, pidiéndome perdón, quiero verlo arrepentido, y después de todo eso, decirle que no, que ya no le quería, lo mismo que me ha hecho él ahora a mi, lo viviría en sus propias carnes, de eso estoy segura.