lunes, 16 de enero de 2012

CAPITULO 11


[ELLA]

Merecía explicaciones, lo sabía pero no sabía como dárselas, realmente no me sentía tan culpable, al fin y al cabo para mi fue solo un juego sin importancia, pero para él…para él fue algo más, algo que decía de verdad, algo que ahora mismo me estaba demostrando, él me quería, y yo lo sabía, ¿Pero que podía hacer? Yo quería seguir siendo su amiga, pero él estaba claro que quería algo más. Seguí pensando mientras caminábamos, y me pregunté cómo había sabido que yo estaba mal, cómo sabía dónde estaba para que él apareciera, o dónde iba a ir él para que siguiera ese camino, justo en el momento que se lo iba a preguntar su teléfono sonó, dejamos de abrazarnos por primera vez en todo el trayecto y me sentí vacía, mareada, necesitaba sus brazos, me daban protección, descolgó el teléfono y se alejó de mi, ¿Qué me quería ocultar?

-…No, ahora no puedo hablar, no insistas, de verdad que no puedo, estoy ocupado-le oí decir, al otro lado pude distinguir una voz aguda, parecía de hombre mayor y enseguida pensé en su padre, pero no, su padre no era, hubiese reconocído la voz, y no se hubiese alejado, ¿Qué estaba pasando? Según seguía la conversación su cara iba cambiando, al principio mostraba un semblante serio, de frustración, su voz era serena, firme, pero en el momento que le dijo que no podía en ese momento, su cara fue cambiando, la preocupación bañaba su rostro, y su voz se fue tornando a una más tranquila, mas sosegada, parecía que tenía miedo a hablar, seguí escuchando pero apenas pude oír nada más que el adiós que dijo Pablo.

-¿Quién era?-le pregunté mientras se acercaba.

-Nada mi padre, que dónde estaba-mintió, lo sabía por dos motivos, uno, su padre no tenía esa voz, y dos, en el momento que Pablo sube una ceja esta mintiendo, desde pequeño hacía eso, no lo puede evitar, es un tick nervioso. No entiendo porque me ha mentido, sabe que se lo de su tick, y sabe que pasara lo que pasara no le juzgaría nunca.

-¿Estás mejor?-preguntó para cambiar de tema.

-Sí, algo mejor estoy, ¿Te vas ya?

-Si me tengo que ir, mi padre se ha puesto muy pesado y…

-Si, entiendo, pues vete, no te preocupes por mi, estoy mejor-Ahora era yo la que mentía, los recuerdos de Alex  inundaban con más fuerza mis pensamientos, y sentía que sin él no podía vivir, que era una parte de mi, y que ya no sería la misma sin esa parte que me completaba, estaba segura, que no iba a saber seguir adelante, lo sabía.

-Bueno pues si estas mejor, me quedo más tranquilo, ¿Mañana vas a clase no?

-Claro, ¿Por qué no iba a ir?-pregunté extrañada.

-A lo mejor no tenías ganas por lo de Alex.

-No tranquilo, será bueno que vaya a clase, no quiero empezar mal el curso.

-Tienes razón, además, quiero ver la cara del profesor cuando nos vea, si yo fuera él, me moriría de la vergüenza.

Es verdad, Alonso, se me había olvidado…

-No creo que a él le importe mucho, de todas formas todo el mundo discute y rompe con sus parejas, él es un profesor, no un extraterrestre.

-Hombre…pues cara tiene.

-¿Qué dices? A mi me parece un chico bastante guapo.

-Vete a la cama Lucía estás desvariando, es un tío normal y corriente.

-Si tu lo dices-le repliqué con un tono de enfado, me había molestado lo que había dicho, sentía la necesidad de defenderle y no sabía porque.

-Bueno pues mañana nos vemos-me dio un abrazo, un beso y se marchó.

-Adiós-le dije.

Llegué a casa, no había nadie, entré a la soledad de esas cuatro paredes, y me tumbé en la cama, ni si quiera me dio tiempo a pensar, el agotamiento había podido conmigo y mis párpados no aguantaron más por hoy, me quedé dormida.

[ÉL]

Nada más llegar a casa me duché, intente evadirme, relajarme con el agua cayendo sobre mis hombros, dejándome abrazar por el calor de la ducha, pero el teléfono hizo que me alejara de la tranquilidad. ¿Quién sería a estas horas? Fuera quien fuera, iba a tener que esperar, este era mi momento, quería disfrutas de la paz que me trasmitía la ducha, quería sentirme único, sin necesidad de pensar en nadie, sin necesidad de pensar en ELLA.
Justo en ese momento, pensé que podría ser ella quien llamaba a estas horas, total, mi teléfono no lo tenía y si fuera ella…si fuera ella debería levantarme de la cama porque seguramente todo fuera un sueño. A pesar de descartar esa posibilidad, no dejé de darle vueltas, la duda me embargaba, y si era ella, que le diría, que pensaría de mi, sería una auténtica locura, pero aunque eso fuera, la haría sin pensarlo.

Salí de la ducha, me puse una toalla alrededor de mi cuerpo, me sequé las manos y miré el móvil, mi ilusión se desvaneció, no era ella, era un número que mi agenda desconocía, llamé sin pensármelo, seguramente si hubiese sido un día normal, habría ignorado la llamada, o esperado a que volvieran a llamar, pero ese día necesitaba algo que me trastocara los pensamientos.
Esperé uno, dos, tres y al cuarto tono una voz femenina me esperaba al otro lado del teléfono.

-¿Si?-Contestó, era la voz más dulce que había escuchado nunca.

-Hola, ¿Quién eres?, es que tenía una llamada tuya en mi teléfono.

-oh! ¿Alonso?

-Si, soy yo, ¿Y tú?-me sentía un poco estúpido con esta llamada.

Soraya, la profesora de latín del instituto, tu eres el nuevo de griego ¿Verdad?.

-Sí el mismo, encantado-respondí.

-Igualmente, mira te llamaba para informarte que mañana tenemos una reunión de 
departamento y me gustaría antes poder hablar contigo sobre la idea que tienes tu de impartir clase a los alumnos, me gustaría enfocar las dos asignaturas desde el mismo punto de vista para que los alumnos no tuvieran demasiados problemas, ¿Qué te parece si me paso por tu casa ahora y lo miramos?

-¿Ahora?- me pilló un poco desconcertado ¿no podía esperar a mañana?, la verdad que no tenía ninguna gana, pero quizá me vendría bien hablar con alguien de temas totalmente distintos y despejarme.

-Mira si te pillo en mal momento solo tienes que decírmelo y lo hacemos ya mañana, no te preocupes.

-¿Eh? No, no, para nada, perfecto te espero aquí.

-¡Genial! Vives en la calle Pizarro 8ºF ¿No?.

¿Por qué sabía mi dirección? El teléfono lo entiendo, pero ya la dirección, me resultaba raro.

-…Sí, aquí vivo-dije con voz dubitativa

-Imagino que te estarás preguntando porque se donde vives,  ¿No?

-Sí la verdad que me ha dejado un poco en desconcierto…

-Es normal-escuché el sonido de una risa leve acompañada de palabras-se lo pregunté al director, y el me dijo que vivías en esa calle, quizá debí haberle pedido solo el teléfono y habértelo preguntado a ti directamente, pero ya que estaba se lo pregunté todo junto.

-¡Ah!, vale no hay problema entonces-sonreí yo también-Pues aquí te espero.

-Perfecto,ahora nos vemos.
Colgó el teléfono, parecía simpática, por lo menos iba a tener una compañera con la que hablar, y espero que lograra distraerme, se me estaba yendo todo de las manos. Me puse a recoger el baño, me vestí, recogí el salón puse una lavadora, y esperé en el sofá esperando a que Soraya llegara. Me la imaginaba alta, morena, regordeta y con las mejillas sonrosadas, su voz me había dado esa descripción de ella, me resultaba agradable que las personas fueran tan abiertas a pesar de no haber cruzado nunca una palabra, bueno, abiertas pero no descaradas, aunque prefería la timidez, como la que acompañaba a Lucía por ejemplo. Ya estaba pensando en ella otra vez, supongo que es por el mal día que estoy pasando, y que esto en dos días se me habrá olvidado, pero no entendía porqué no dejaba de pensar en ella, era una locura, tenia 16 años, le sacaba 12, y además era mi alumna, y la conocía de un día, que locura. Al pensar en su edad, me di cuenta que para tener 16 años aparentaba más, no muchos más, pero sí para ser mayor de edad, cómo no tenía otra cosa mejor que hacer y en la televisión solo estaban dando programas basura, cogí el libro de alumnos, y la busqué.

Aquí estaba: Lucía Álvarez Gutierrez, fecha de nacimiento 9-5-1992, ya me parecía a mi, esta chica era mayor, había repetido dos cursos, seguramente por vaga, como les suele pasar a la mayoría, pero ya me iría dando cuenta de eso según avanzaba el curso, miré que primero de bachillerato no lo repetía, lo que acrecentó la idea de que había perdido dos cursos por vaga. En ese momento sonó el timbre, debía ser Soraya, cerré el cuaderno, lo dejé encima de la mesa y me dirigí a la puerta.

-¿Si?- respondí

-Alonso, soy yo, Soraya.

-¡Sube!

Sonó el ascensor, estaba subiendo, en ese momento se abrió la puerta y apareció, ¡uahu! 

¡Qué chica! Su voz había distorsionado mi imaginación, era alta, solo había acertado en eso, el resto, era rubia, ojos claros, y un cuerpo de escándalo, parece ser que si había conseguido mi distracción.
Se acercó a mi con una sonrisa, me dio dos besos y entró en casa. 

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